2DA PARTE DE CONVERSACIONES CON EL MAESTRO

-Maestro, es bueno o malo amarrarse a otro?

-Tu intelecto dice: “Todo lo que nos amarra es la verdadera causa de nuestro sufrimiento”. Tu corazón dice: “Todo lo que nos amarra es la causa verdadera de nuestra felicidad”. El ser iluminado no tiene preferencias. Los dualismos inventados por los ignorantes son semejantes a nubes llevadas por el viento. ¿Por qué preocuparnos de detenerlas? La ganancia y la pérdida, el bien el mal, lánzalos a la basura. ¡Lo que te falta búscalo en lo que tienes!



-Maestro, ¿qué hacemos en este jardín? Yo quiero que me enseñe a meditar, no a ser jardinero.

-Vacía de palabras tu mente. Concéntrate sobre tus más simples gestos. Inclínate y elimina una a una las malas hierbas.


-Maestro, cada vez que le pregunto algo importante, usted sin contestarme se abanica. ¿Qué es ese silencio?

-Este silencio no es el pasado, este silencio no es el presente, este silencio no es el futuro.

-Maestro, leo y rezo sin cesar, ¿por qué nunca estoy contento?

-Tus libros sólo son cargas pesadas y tus rezos lindas excusas. Si quisieras verdaderamente la paz, la amistad, el amor y una vida útil, deberías vaciar tu mente de ilusiones, producir sin apropiarte de la obra, actuar sin esperar nada. El que no tiene nada en sí, siempre es feliz, pero el que está lleno de deseos, nunca se libera de su miseria.

-Maestro, ¿qué obtuvieron los antiguos sabios al llegar al nivel más alto?

-Puedes compararlos a ladrones penetrando en una casa vacía.


-Maestro, vengo a pedirle que me cure.

-No vienes a que te cure, vienes a pedirme. Te curarás cuando ceses de pedirme que te cure, porque la enfermedad que me traes no es más que tu pedido de ser curado. Así es que nunca te daré nada.

-¿Pero, por qué, Maestro?

- Porque tú, para no cesar de pedir, tratarás de que te pida que te dejes curar por mí, y no te curarás para que yo te siga pidiendo y así poseerme siempre.

-¿Y mi enfermedad?

-En realidad tu enfermedad no te importa. Lo que te importa es hacer fracasar al Padre, ejerciendo el poder de no poder.


-Maestro, ¿qué actitud deberé tener cuando comience a ayudar a la gente?

-No hagas como aquel “gurú” que viendo a un buen hombre portando una vela encendida, caminar con enorme cuidado y lentitud en la noche para no aplastar hormigas, le dijo “¡Marcha en la oscuridad, y así podrás avanzar más rápido!”

-Maestro, quiero ser tan sabio como usted.

-No te compares. Si quieres progresar no tomes ejemplo de aquella vela que viendo la inmensa luz del sol pretendió ser como él, colocándose a su lado. Fue derretida. En cambio otra vela, en la sombra de un cuarto frío, logró encender su mecha y dar luz durante el plazo de vida que el cosmos le había concedido.

-Maestro, estoy lleno de rencor contra el mundo. ¿Qué hago?

-Si hay dos ollas de barro y una gran piedra cae sobre una, reduciéndola a polvo, no hagas como la otra que, por venganza, se lanzó sobre la piedra…Si te encuentras navegando y estalla una tormenta, no te quejes “¡Este mar me odia, por eso se agita! ¿Qué le he hecho yo para que me persiga así?”.



Por:
Alejandro Jodorowsky

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